El storytelling es lo que más gusta
Fue Nietzsche aquel que una vez gritó: “Dios ha muerto”. La visión nihilista del filósofo alemán puede traducirse al mundo de la publicidad como: la publicidad ha muerto. No nos gusta ser así de directos pero las tendencias, las modas, la viralidad… es así, no se puede controlar cuando acaban. Es mejor hacerlo deprisa como cuando tienes una tirita.
Cuando vemos que en un vídeo ya aparece el mínimo atisbo de publicidad, el consumidor mira para otro lado y no quiere volver a saber más. Por eso el storytelling está obteniendo tan buenos resultados ya que se trata de la publicidad indirecta, la que se maquilla como una película o vídeo. Pero, ¿por qué esto gusta más a los consumidores? Porque todo ello tiene una historia detrás, una elaboración dramática que es capaz de impactar de tal manera al espectador que, hasta el final, no se da cuenta qué o quién hay una marca detrás.
Muchas han sido las marcas que se han esforzado para ello con resultados que se podrían definir como asombroso y espectaculares. El que más nos llegó al alma fue el de Johnnie Walker-“Dear Brother”:
Sin palabras. Simplemente genial.
Una de las teorías que parece estar cogiendo más fuerza para argumentar este cambio es el de que ya los usuarios están pagando por lo que quieren ver. Plataformas como Netflix están haciendo que el usuario se segmente más y más. Para ello, una publicidad personalizada es la mejor de las opciones y qué mejor que una historia para contarla.
Ahora las marcas inspiran, mejoran, educan y cambian a los receptores. Muchos timeline de Facebook o cuentas de Twitter son prueba de ello.
No hablamos de que la publicidad dejará de existir para siempre sino que, y haciendo referencia a un conocido político inglés; este no es el final, no es ni siquiera el principio del final. Puede ser, más bien, el final del principio.